La silenciosa estrategia del general, jefe de la Dipolcar, para socavar al gobierno de Boric (23/06/22) por interferencia.cl

 El lunes 20 de diciembre el general Luigi Lopresti convocó a sus subalternos de mayor confianza a una reunión en el sexto piso del edificio que alberga a la Dirección de Inteligencia Policial de Carabineros (Dipolcar), ubicado frente al Centro Cultural Gabriela Mistral, cerca de la intersección de la calle Portugal con Alameda.

El motivo del encuentro era analizar la victoria presidencial de Gabriel Boric el día anterior. Los ánimos eran de funeral. No era un misterio en las oficinas y pasillos de la Dipolcar que Lopresti y algunos de sus cercanos abogaban por la candidatura del ultraderechista José Antonio Kast. Hablaban abiertamente de ello.

“No sé qué va a pasar con nosotros ahora”, dijo Lopresti en esa reunión. “Boric hará desaparecer nuestra institución”. Todos asintieron. “Ganaron los que estaban en las calles animando los actos vandálicos”, prosiguió. “Ganó nuestro enemigo político y moral”.

Nadie en la reunión se sorprendió con los dichos del general Lopresti. Hace meses venía hablando de que “Jadue, Boric, todos ellos son nuestros enemigos morales”, y la mayoría de los presentes concordaba -y concuerda- con esa visión política.

Lopresti, según confidencian varias fuentes policiales que han interactuado con él, estaba convencido de que con la llegada de Apruebo Dignidad al poder, no sólo corría peligro la continuidad de Carabineros como institución, sino que en lo inmediato su carrera policial estaba terminada. Cuando unas semanas después, el 4 de enero de este año, Cíper reveló que Lopresti había sido uno de los oficiales a cargo de espiar a los líderes estudiantiles durante las protestas de 2011 -entre ellos a Gabriel Boric, Camila Vallejo y Giorgio Jackson- el general estaba seguro que, a más tardar en marzo, cuando estos mismos entraran triunfantes a La Moneda, pasaría a retiro.

Sin embargo, ello no ocurrió y desde esa reunión del 20 de diciembre Lopresti ha trabajado sigilosamente para socavar de distintas maneras al nuevo gobierno, según confidencian varias fuentes de Carabineros.

Para este artículo, INTERFERENCIA conversó con varios funcionarios que pidieron la reserva de su identidad por temor a represalias laborales. Nuestro medio comenzó estas indagaciones hace algunas semanas y, en algunos casos, se reunió en dos o más ocasiones con algunas de estas fuentes. También obtuvimos acceso a diversos documentos que, por el mismo motivo de resguardar las fuentes, sólo serán parafraseados.

Con todo, el cuadro que emerge de toda esta documentación y antecedentes es preocupante. Hay indicios de que la Dipolcar, cumpliendo órdenes emanadas por su director, ha estado en una campaña por obstaculizar al gobierno.

“El perfil político de la oficialidad (de la Dipolcar) está muy marcado, es muy de derecha, pero de una derecha de los años 60 y 70 que ve enemigos políticos en todos lados”, afirma una persona que conoce el proceso de elaboración de documentos de inteligencia. “Y este gobierno está en riesgo de que le informen mal o le informen tarde”.

Según un funcionario policial que conoce a varios integrantes de la plana mayor de la Dipolcar, “la estrategia del general Lopresti es aumentar la percepción de ingobernabilidad y para ello su táctica es dejar de hacer, ocultar informes, relajar la guardia, una suerte de huelga de brazos caídos en temas sensibles”.

Se trata de cosas que, de todos modos, son muy difíciles de comprobar. ¿Cómo saber si los informes que Lopresti entrega en las reuniones semanales que tiene con personeros del Ministerio del Interior ocultan información o no entregan toda la información? “En las reuniones de la ANI (Agencia Nacional de Inteligencia) nunca informábamos de todo lo que sabíamos, y supongo que las tres ramas de las fuerzas armadas tampoco lo hacían”, asegura una fuente consultada. También recuerda que incluso en el gobierno anterior de Piñera, en las reuniones del alto mando de esa dirección para discutir qué información se entregaba, la pregunta siempre era: “¿Qué no vamos a entregar esta vez?”. Y cuándo alguien preguntaba por qué no, la respuesta era siempre la misma: “Para la próxima”.

Pero hay algunos hechos que llaman la atención y parecen dar sustento a las denuncias internas.

Por ejemplo, la Dipolcar ya no hace los patrullajes nocturnos en torno a las residencias particulares del Presidente y de la ministra del Interior. Era una práctica no oficial que existió durante años, tanto en los gobiernos de Piñera como los de Bachelet, pero que desde marzo de este año ya no se realizan. “La rutina era que los agentes de la Dipolcar llegaban en cualquier momento de la noche, conversaban con la guardia policial, era parte del programa nocturno pasar por esos dos domicilios, pero ya no se hace”, afirma un funcionario al tanto de ello.

En este contexto, llama la atención que el actual Presidente ha sufrido más brechas de seguridad que cualquier otro mandatario en los últimos 30 años. El 14 de mayo pasado, un escolta de Boric fue secuestrado en San Miguel, recibió un disparo en su brazo derecho y después fue abandonado por los desconocidos en la comuna de Colina, a unos 30 kilómetros de distancia.

Tres días después hubo una balacera en el barrio Yungay, a pocas cuadras de la casa de Boric, en la que resultó muerta una mujer y hubo dos heridos.

Con todo, distintas fuentes de Carabineros aseguran que se trata de una política que se circunscribe a la Dipolcar y no a toda la institución. Es más, muchos altos oficiales de distintas reparticiones coinciden en que el Director General, Ricardo Yáñez, tiene una relación fluida con La Moneda y que la disminución de las protestas y movilizaciones sociales, que atribuiría al hecho de que la centro izquierda está en el poder político, le ha permitido un respiro a la institución.

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